A raíz de la grave lesión que ha sufrido Gavi en este parón de selecciones y que le va a dejar en el dique seco lo que resta de temporada, me he puesto a pensar en la dimensión del concepto suerte aplicado al deporte. ¿Cómo influye realmente la suerte —o mala suerte, que no es lo mismo— en nuestras vidas y en el fútbol?
Según el diccionario de la Real Academia Española, la “suerte” se define como un “encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual”. La suerte es algo ajeno a nuestra voluntad, algo incontrolable. Hacer alusión al azar, la casualidad o la fatalidad es un argumento cada vez más utilizado por parte de periodistas y jugadores. Emplear la “suerte” (buena o mala) para justificar aquellas cosas que aparentemente escapan a nuestro control, que son impredecibles y que, en la mayoría de casos, acaban por determinar el resultado de un partido nos exime de cualquier responsabilidad.
La expresión “qué mala suerte”, sirve para lesiones, fallar goles cantados, faltas que ellos no querían hacer y acabaron en expulsión, errores que se convierten en tantos en propia meta o la lotería de los penaltis. En cualquiera de los casos anteriores, atribuirlos a la suerte es darle demasiada responsabilidad a la fortuna y, por ende, quitarnos a nosotros mismos esa presión de encima.
Muchos hablan de la mala suerte que ha tenido el futbolista de la selección española y del Barça, entre ellos, Gerard Piqué que en el Larguero de la Cadena SER utilizó esa frase tan común que todos hemos dicho alguna vez y calificó de “muy mala suerte” la lesión, aunque también recalcó lo que la mayoría pensamos, que “llevaba una barbaridad de partidos, 27 con la selección y ciento y pico con el Barça, lo que es una brutalidad”. ¿Dónde queda entonces la mala suerte?
Qué mala suerte lavar el coche el mismo día que llueve, o perder el metro justo delante de tu cara por un segundo. Un resbalón inoportuno en medio de la calle, que se rompan las bolsas del súper cuando vas cargado, o que tu cumpleaños caiga en martes 13, qué mala suerte. No pretendo negar su existencia. La suerte existe, claro que existe, pero como una de las múltiples variables que pueden interferir en un partido, pero no siempre determina el resultado final de dicha situación. A Gavi no le va a consolar nada en este momento, mucho menos pensar que ha tenido mala suerte.
Por eso, después de lo sucedido con Gavi, todavía llama más la atención que Alexia Putellas, que sufrió la misma lesión hace año y medio, esté convocada con la selección española para los duelos ante Italia y Suecia, ambos correspondientes a la Liga de las Naciones. La doble Balón de oro arrastra molestias que le obligaron a ausentarse del Clásico el pasado domingo y que le han dejado fuera de la convocatoria del Barça para medirse al Eintracht de Frankfurt.
La lista de jugadores que se han visto afectados por el virus FIFA en este parón es preocupante, todavía más si hablamos de lesiones de larga duración de las que no sabes cómo saldrá el jugador. No es cuestión de suerte, hagámonos responsables, sobre todo los encargados de tomar las decisiones que influyen en la carga de partidos y que, como se está demostrando, acaba derivando en problemas físicos.
La suerte es como una película de Tim Burton, nunca sabes si va a ser buena o mala hasta que llega el final. Pero por el camino, siempre estás a tiempo de levantarte del cine e irte, o de cambiar de canal.
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