En España murieron 524 personas de enero a septiembre en el trabajo. Son muchas muertes, una cifra terrible, pero puesta en perspectiva ofrece una lectura positiva: son 99 menos que en el mismo periodo de 2022. Es una caída muy sustancial, del 16%, inédita en la estadística del Ministerio de Trabajo. Además, es la cifra más baja desde 2017, a pesar de que ahora trabajan muchas más personas que en los seis años previos. Por ejemplo, en 2018 había 1,7 millones de ocupados menos que ahora, pero hubo casi la misma cantidad de accidentes mortales.
El análisis en cifras absolutas trae buenas noticias, pero son aún mejores en términos relativos. Con esa mirada, cruzando el número de trabajadores con el de accidentes mortales, los números indican que la incidencia mensual ha caído a un 0,242. Es el menor guarismo de al menos los últimos cuatro años, cuando empiezan los registros para el periodo enero-septiembre.
Cabe destacar que España registra un récord de ocupados, así que, de mantenerse la siniestralidad en términos similares a los del año pasado, también debería haber crecido el número de accidentes. El dato del año pasado fue muy negativo, el récord de la serie hasta ahora, muy impulsado por el naufragio del buque Villa de Pitanxo en febrero de 2022, que costó la vida a 21 marineros.
Si no se tiene en cuenta la distorsión en los datos de este accidente, la cifra mejora igualmente respecto al año pasado. “Es un dato positivo, se ve un descenso, pero 524 muertes sigue siendo una cifra escandalosa e inasumible. No se entiende que tantos trabajadores pierdan la vida donde van a ganársela”, lamenta el coordinador de la secretaría confederal de Salud Laboral de UGT, José de las Morenas. Coincide con su homólogo de CC OO, Mariano Sanz: “Hay un descenso, pero la cifra sigue siendo muy alta”.
El experto en Salud Laboral de CC OO cree que la mejora en las cifras tiene que ver con la estabilización del empleo en los últimos años. “La reforma laboral está ayudando. El hecho de que haya menos temporalidad (ha caído del 25% previo a la reforma al 17% ahora), que el trabajador esté más tiempo en su puesto para formarse mejor, que haya menos rotación, creo que todo tiene mucho que ver en estas cifras”, dice De las Morenas. “Siempre lo hemos dicho: la precariedad mata”, añade.
Mientras la estabilización del empleo tiende a mejorar las cifras, el envejecimiento de la fuerza laboral española arrastra en la otra dirección. Los expertos asociaban el empeoramiento de las cifras el año pasado y en otros ejercicios anteriores a este fenómeno: cuanto mayores son los empleados, más posible es que mueran en su jornada laboral. Hoy los empleados mayores de 50 años son el 34%, cuando hace dos décadas eran el 19%.
Con todo, España no puede presumir demasiado respecto a sus vecinos europeos. La incidencia de los accidentes mortales en la Unión Europea es de 1,76 por cada 100.000 trabajadores, mientras que en España se sitúa en 1,93. Está en una posición mucho mejor que la de Letonia (4,29), Lituania (3,75), Malta (3,34) o Francia (3,32), los países con peores datos, pero queda lejísimos de los que menos siniestralidad sufren: Países Bajos (0,33), Grecia (0,58), Suiza (0,75) o Finlandia (0,75. Estas cifras de Eurostat corresponden a 2021, así que no captan la incidencia de la reforma laboral en la mortalidad del trabajo en España, pero sí tienen valor comparativo.
“En otros países europeos hay una cultura preventiva mucho mayor, de lo que adolecemos nosotros. Las sociedades más avanzadas ponen en primer plano las condiciones de seguridad y salud en el trabajo. Nos queda mucho recorrido por hacer. Tenemos una buena ley de prevención de riesgos laborales, pero debemos actualizarla”, añade De las Morenas, que reclama más inspectores que controlen a las empresas. Los sindicatos de Inspección de Trabajo indican que en España hay un inspector o subinspector por cada 15.000 trabajadores, mientras que la media de la Unión Europea y lo que recomienda la Organización Internacional del Trabajo es cada 10.000.
Diferencias por sectores, edad y sexo
Los grandes sectores más peligrosos para los trabajadores españoles son el agrario y la construcción. El primero se anota una incidencia mensual de siniestralidad de 0,915 y el segundo 0,742, muy por encima de la media (0,242). También supera el promedio la industria (0,368) y quedan por debajo los servicios (0,147). La nota positiva es que todos los sectores mejoran respecto al año pasado en incidencia.
Afinando un poco más y en términos absolutos, un vistazo a las secciones de actividad muestra aún mejor las grandes diferencias entre trabajar bajo techo o a pleno sol, delante de un ordenador o en la carretera, operando o no maquinaria pesada. De enero a septiembre ha habido cuatro muertes de empleados en educación, las mismas que en actividades financieras. En el mismo periodo han fallecido 99 empleados de la construcción, 92 de transporte y almacenamiento, 67 en el campo y 66 en la industria manufacturera. Algunos de estos sectores, además, están entre los peor retribuidos.
La mayoría de los fallecimientos se concentran en los empleados de más edad. Aunque los trabajadores mayores de 50 años son en torno a un tercio del total, son el 59% de los que mueren en el trabajo. Los menores de 30 años son solo el 7,4%. Por sexos también hay un desfase importante: mueren muchísimos más hombres (481, el 91,8%) que mujeres (43, el 8,2%). Ellos son mayoría en los sectores con más riesgo de accidentes.
Respecto a las razones del deceso, la mayor proporción se relaciona con causas naturales como infartos y derrames cerebrales. Representan un 38,6% del total, por encima del 36,1% de 2022. Esto tiene dos lecturas: por un lado parece positivo, dado que esto significa que hay menos muertes atribuibles a la inseguridad en el trabajo; pero el experto del sindicato CC OO apunta que muchas de estas muertes pueden estar relacionadas con el estrés laboral. “Tenemos que poner el foco en la salud mental. Es cierto que es un problema muy multifactorial, pero debemos estar pendientes”, indica Sanz.
Los accidentes de tráfico causan el 28,1% de las muertes, seguidos de los empleados que quedan atrapados, aplastados o sufren una amputación (12%) y los que fallecen por una caída (11,5%).
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