La agenda del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, tiene marcado en rojo intenso este viernes 6 de octubre, cuando los líderes de los países de la Unión Europea se reúnen en Granada. Su intención es que en la ciudad andaluza se abra el debate sobre las reformas que la UE necesita para prepararse para una nueva gran ampliación hacia el Este. “Tenemos que reformarnos para estar preparados. Esta es nuestra tarea y una gran diferencia en comparación con hace unos años, incluso hace unos meses, porque hace unos meses no teníamos esta mentalidad. [Ahora] Esto es muy claro en Granada, que es el punto de partida del proceso”, explica Michel en un encuentro con más de una docena de medios, entre ellos EL PAÍS, para dar su visión de lo que va a suceder en un par de días.
El borrador de conclusiones de la cumbre contiene cinco temas que abordarán los jefes de Estado y Gobierno: defensa, competitividad, acción global, migraciones y ampliación. Sobre el último asunto llegan la mayor parte de preguntas y en sus respuestas, el dirigente, ex primer ministro belga, no deja dudas de que también para él es el asunto más destacado de la cita andaluza. “Este debate que vamos a empezar en Granada continuará con la presidencia belga [la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, en el primer semestre del año que viene] con el objetivo de acordar unas orientaciones y principios el próximo año”.
Ya hace unas semanas que el propio Michel señaló 2030 como el momento en el que la UE tenía que estar lista para recibir a Ucrania, Moldavia, Georgia y el grupo de países de los Balcanes occidentales (Serbia, Macedonia del Norte, Albania, Bosnia-Herzegovina, Kosovo y Montenegro). Después llegó un documento de 12 expertos, encargado y apadrinado por Francia y Alemania, que apuntaba al mismo horizonte temporal. Hay otros informes. Michel sabe que muchos de estos países tienen motivos para ser escépticos porque llevan años como candidatos oficiales, pero con las negociaciones varadas en medio de la indiferencia de los Veintisiete. Aunque defiende que ahora es diferente porque con el debate de Granada y su lugar en la agenda se lanza “un mensaje claro”.
A los aspirantes les recuerda que también ellos deben hacer esfuerzos para entrar en el club comunitario: “Saben que tienen que mejorar el Estado de derecho. Saben que tienen que luchar contra la corrupción. Saben que necesitan hacer de la justicia un órgano independiente que respete la libertad de prensa”, enumera.
Sobre los deberes que tienen que desplegar los socios comunitarios, en cambio, no concreta. No entra en si hay que limitar más los asuntos que exigen decisiones por unanimidad de los 27 socios, cómo asegurar que haya sanciones eficaces cuando se incumple el Estado de derecho o si hace falta reducir el número de comisarios, algunos de los puntos que han propuesto los expertos francoalemanes.
El presidente del Consejo Europeo subraya que lo importante es que se abre el debate, algo tabú hasta hace muy poco, y deja para una fase posterior una discusión que hasta ahora ha tenido un efecto paralizante: ¿Hay que cambiar los tratados para ampliar la UE? “Sabemos que sobre la mesa del Consejo hay diferentes opiniones acerca de los cambios del tratado, pero en los últimos años he tenido la impresión de que el cambio de tratado era una especie de debate extraño. Si estabas a favor del cambio del tratado, eras bueno, eras europeo. Si no defendías el cambio del tratado, se sospechaba que no eras un proeuropeo sincero. Veo la situación de otra manera. Primero, deberíamos discutir qué tipo de Europa queremos para el futuro. ¿Qué proyecto de pueblo queremos? ¿Qué queremos hacer juntos? ¿Cómo queremos decidir juntos? ¿Cómo queremos financiar nuestro proyecto común?”.
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En Granada también se va a debatir sobre migración. Los Veintisiete llevan años tratando de cerrar el pacto sobre este tema. El jueves pasado parecía que estaba cerca, pero finalmente no hubo acuerdo sobre el reglamento para la gestión de crisis extraordinarias. Italia no aceptó los cambios propuestos por España para atraer a Alemania y todo sigue en el aire. Que este punto concreto se cuele en la discusión de los líderes es una posibilidad. Pero Michel no cree que acabe por contaminar el debate sobre la ampliación: “Es un debate difícil. Pero yo no diría que es tóxico”. “Esto es un debate ideológico para algunos. Por eso sé que en Granada probablemente será la parte más difícil de las reuniones. Haremos todo lo posible para superar las diferencias, pero no las subestimo”.
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