La esencia de la escalada es la roca, por mucho que ahora florezcan como setas pabellones que acogen a miles de personas interesadas en descubrir el mundo vertical. La explosión de los rocódromos escenifica de golpe la eterna cohabitación entre lo natural y lo artificial. En este caso, la roca, el aire libre, el medio natural, frente a los espacios cerrados, las aglomeraciones y la resina de las que están hechos los agarres. Afrontar una pared de roca, leer sus formas, colocar los pies, fiarse, descubrir qué agarres son los buenos, avanzar luchando contra la gravedad y la incertidumbre… Sensaciones difíciles de hallar en un rocódromo donde las presas son de colores y todo resulta más bien aséptico.
Pero la escalada está creciendo con desmesura desde los espacios interiores, lo que tampoco es una mala noticia tal y como revelaron las audiencias en España del estreno de la escalada en los pasados Juegos de Tokio y el primer oro masculino de la historia para el extremeño Alberto Ginés. Faltaba ponerle focos, cámaras y emoción al gesto de escalar en roca, y ha sido el genial austriaco Jakob Schubert quien lo ha remediado de manera brillante: ha ofrecido en streaming en su canal de Youtube su ascenso en una pared noruega: Project BIG.
Schubert es el rey indiscutible de la escalada de competición: nadie ha ganado más que él, ni ha sido más veces campeón del mundo, aunque obtuviese la medalla de bronce en los Juegos. La lectura de su palmarés es agotadora, pero la referencia internacional en el dominio de la roca lleva el nombre del checo Adam Ondra. Ambos decidieron unirse el año pasado en otoño para tratar de resolver Project BIG, la que podía ser la vía de roca más difícil jamás escalada, ubicada en Flatanger (Noruega) en la misma pared en la que Ondra propuso en 2017 el primer 9c de la historia de la escalada con la vía Silence.
El checo creía firmemente que Project BIG era aún más dura, que podía incluso alcanzar el 9c+, pero tras meses de trabajo solo Schubert parecía cerca de encadenarla (alcanzar el punto culminante sin colgarse a descansar ni usar los seguros fijos para progresar), y entonces decidió ofrecer en streaming en su canal de Youtube el momento que podía hacer historia. Durante seis días, todo aquel que quiso pudo verle luchar y caer. Hasta que, finalmente, logró su propósito. In situ, solo media docena de cámaras y amigos asistieron al momento mágico. Pero miles de seguidores asistieron atónitos en directo desde sus casas. Faltaba que el austriaco emitiese un veredicto sobre la dificultad y prometió coger el micrófono dos días después. Finalmente, no se pronunció hasta el pasado jueves, una semana después de encadenar la vía, que bautizó como B.I.G. Su veredicto fue que la vía no pasaba del 9c. El mundo esperaba que fuese 9c+.
Cuando un escalador encadena por vez primera una vía, propone un grado de dificultad basado en su experiencia. Se presupone que la honestidad ha de ir por delante para ajustar el grado de dificultad sin inflarlo ni subestimarlo. Después, el resto de escaladores que encadenan la vía deben aportar su opinión para alcanzar un grado de consenso. En la historia de la escalada solo se habían dado tres propuestas de grado de dificultad 9c, y la de Schubert es la cuarta.
Una evaluación temporal
La primera llegó en 2017 de la mano de Ondra y su vía Silence. Después, en 2020, el alemán Alex Megos aseguró que la vía Bibliographie sería 9c, pero una repetición posterior del italiano Stefano Ghisolfi, tras la que aseguró que la ruta no pasaba del 9b+, obligó a Megos a rectificar. En 2022, el francés Seb Bouin declaró que su proyecto más agotador, bautizado como D. N. A, podría ser 9c. El problema es que nadie ha repetido estas rutas, por lo que el grado no está confirmado. Schubert había encadenado con anterioridad uno de los escasos itinerarios confirmados como 9b+, Perfecto Mundo, ruta que le pareció “muchísimo más fácil que B.I.G”.
Ahora, la pregunta que el austriaco se ha repetido toda una semana es cuánto más difícil es B.I.G. La ruta recorre el techo de una cueva y ofrece 60 metros de interminable escalada. “Cuando empecé a intentar esta vía el año pasado, pensé que fácilmente podría ser 9c, pero después de hacer un gran progreso muy rápidamente y sentirme bastante cerca de hacerla en apenas dos semanas, tanto Adam como yo estábamos bastante seguros de que iba a ser 9b+”, publicó en sus redes sociales.
“Pero de algún modo”, continúa, “la intentamos muchas más veces y no hacíamos demasiados progresos y, en retrospectiva, no creo ni tan siquiera que la tuviésemos tan cerca, porque estuvimos pelándonos principalmente con quedarnos en el movimiento clave y pensábamos que encadenaríamos en cuanto eso sucediera. Pero no fue así porque llegué a superar ese movimiento cuatro veces sin llegar a encadenar”, explicaba el jueves.
Para ofrecer su punto de vista, Schubert decidió discutirlo con Ondra, que si bien no ha logrado aún encadenar la vía, sí la ha trabajado (y equipado en 2013), y conoce a la perfección el resto de vías de la cueva. Así, por consenso de los dos escaladores de referencia, la ruta se queda en 9c, “una propuesta a la espera de ver lo que el tiempo diga”, resume el austriaco. Y lo que puede ocurrir es lo siguiente: que en unos años, si alguien repite la hazaña, la vía suba de grado o pierda medio grado. De momento, faltan referencias, pero queda claro que de ahora en adelante la dificultad crecerá muy lentamente hasta alcanzar un imposible.
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